viernes, 11 de noviembre de 2016

La Bolivia que se va... La Bolivia que queda - Carlos Sánchez Berzaín

“Evo Morales ha creado su propia legalidad que no es legítima ni es lícita”
 Carlos Sánchez Berzaín




Entrevista
EL MOVIMIENTO NACIONALISTA REVOLUCIONARIO (MNR)



1. Gonzalo Lema (GL): En sus orígenes (los 40’s), y debido a los postulados que reivindicaba, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) tenía una base social campesina, proletaria y minera. Décadas más tarde (los 90’s), bajo el liderazgo de Gonzalo Sánchez de Lozada, sus postulados eran tan distintos que su base social estaba en la clase media y empresariado. El MNR había “salido” del campo para asentarse en las ciudades. ¿Así comenzó su declive? Porque una revuelta popular lo desalojó (2003) del Palacio Quemado…

Carlos Sánchez Berzaín (CSB): Podemos resumir los postulados fundamentales del MNR –en todo tiempo-  en “la liberación del pueblo boliviano a través de la alianza de clases, para la construcción de la Nación Boliviana y del Estado Nacional”.  En este propósito, el MNR siempre ha buscado transformar las situaciones de injusticia, crisis y desigualdad para que el pueblo boliviano conforme una nación de hombres y mujeres libres con igualdad de oportunidades.

En los orígenes del partido, en la década de 1940,  la realidad objetiva del país (70% rural) hacía imperativa la incorporación del campesinado a los derechos políticos y ciudadanos y, por eso, la primera medida de la Revolución Nacional fue el VOTO UNIVERSAL (liberación política). Era necesaria la incorporación  del campesinado al derecho de propiedad como forma efectiva del ejercicio de la ciudadanía y, bajo el principio de  “la tierra es para quien la trabaja”, se estableció la REFORMA AGRARIA (liberación económica y social).  Constituía un imperativo la preparación del ciudadano  para la construcción de la Nación Boliviana y por eso se puso en marcha la REFORMA EDUCATIVA (liberación integral), medida fundamental para que todos los niños y niñas de Bolivia se eduquen en las ciudades y en el campo, en valores y principios nacionales e iguales a los que antes no habían tenido acceso.  Era necesaria la protección del trabajador y se impulsó la SEGURIDAD SOCIAL (liberación social).  En el marco de la economía mundial de ese momento -y de la situación nacional- era necesario el fortalecimiento económico del Estado y se planteó y ejecutó la NACIONALIZACION DE LA MINAS.  La primera etapa de la Revolución Nacional transformó positivamente el país y puso en marcha un proceso que, pese a los problemas e interrupciones, no se ha detenido hasta ahora.

Cuando el Dr. Víctor Paz Estenssoro asumió la presidencia en 1985, el mundo ya era otro, había cambiado y Bolivia también era otra, que además estaba sumida en la más grave hiperinflación y crisis económica de la historia. Frente a esta nueva realidad, el Presidente y Jefe del MNR puso en marcha la segunda etapa de la Revolución Nacional. El Presidente Paz Estenssoro resumió exactamente la situación de Bolivia cuando dijo: “LA PATRIA SE NOS MUERE”.  Las medidas fueron las necesarias y adecuadas, pero los postulados y objetivos no cambiaron.  Nuevamente era necesario liberar al pueblo boliviano, esta vez de la crisis, de la hiperinflación y de la miseria que estas traen.  Esta etapa del proceso de liberación se puso en marcha con la NUEVA POLITICA ECONOMICA, con el tan atacado Decreto Supremo 21060 vigente hasta hoy y que garantiza lo poco de estabilidad y seriedad que le queda al país. 

En el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) de 1993 a 1997, el MNR continuó con el proceso de la Revolución Nacional haciendo la REFORMA CONSTITUCIONAL, y puso en marcha medidas revolucionarias como LA PARTICIPACION POPULAR, LA CAPITALIZACION SOCIAL -con su efecto social inmediato el BONOSOL-, LA NUEVA REFORMA EDUCATIVA Y LA REFORMA DEL SISTEMA DE PENSIONES, LA DESCENTRALIZACION, el sistema regulatorio y otras. Todas estas medidas son parte del ideario nacionalista y revolucionario fundado en la búsqueda de la liberación del pueblo boliviano. En este momento histórico se trabajaron nuevos avances del proceso de liberación social, política y económica del pueblo boliviano, sentando las bases a través de la captación de tecnología de punta e inversión económica masiva para el crecimiento y transformación de empresas estatales que estaban hundidas en la corrupción, la falta de inversión y la ausencia de tecnología. Mayor participación política, mejor distribución del gasto público, más autoridad en manos de la gente y en el lugar donde viven, educación respetando la unidad en la diversidad y tantos cambios positivos.

La mezquindad política creó la leyenda negra de la venta del país en torno a la capitalización, cuando, en realidad, con esta medida lo que se hizo fue atraer capitales, tecnología e insertar al país en la modernidad, de la que hoy está nuevamente ausente. La satanización de la capitalización estuvo dirigida por intereses económicos de sectores –políticos y sindicales- que quedaron afectados al ser privados de fuentes de corrupción y de enriquecimiento ilícito en las empresas estatales y lograron confundir el sentimiento nacional,  convenciendo a un sector importante de bolivianos de una venta que nunca existió, porque -como siempre hemos explicadola capitalización fue “aumento de capital con preservación del patrimonio nacional en manos del pueblo boliviano”.

Esta tercera etapa de la Revolución Nacional ha creado la base del gran momento económico del que ha disfrutado el primer gobierno de Evo Morales y que ya ha dilapidado.  Morales ha tenido la suerte de cosechar lo que el gobierno del MNR sembró, pero ha destrozado el proyecto de liberación social y económico nacional... Se ha comido la gallina de los huevos de oro.

La etapa de la Revolución Nacional liderada por el Presidente Sánchez de Lozada se vio lamentablemente interrumpida el año 1997 porque, por errores en la conducción partidaria, no se pudieron llevar a buen fin las elecciones internas para tener un candidato presidencial salido de una decisión democrática de los militantes y simpatizantes del MNR. Habían tres precandidatos movimientistas: Guillermo Bedregal, Juan Carlos Durán y Carlos Sánchez Berzaín. La campaña interna comenzó generando gran expectativa y, en pleno desarrollo de la misma,  el Jefe del Partido impuso a René Blatman, un candidato extraño. El argumento fue que  tenía mejor respaldo en las encuestas, pero el resultado fue desastroso. Seguimos pagando hasta ahora ese error, porque el partido se desmovilizó, se evitó la consolidación de nuevos líderes, el dedazo reemplazó a la democracia interna y lo más grave fue que perdimos unas elecciones que estaban prácticamente ganadas si hubiéramos abierto el MNR con las elecciones internas.  Cualquiera de los candidatos que hubiera ganado la interna estaba en condiciones de ganar la elección nacional. Juan Carlos Durán, que terminó siendo el candidato de repuesto, no pudo ganar porque el partido se había desmovilizado y dividido y la gente había reducido su confianza. Todos fuimos responsables: Sánchez de Lozada por su decisión y nosotros, los dirigentes, porque de una u otra manera terminamos aceptándola.

Si el MNR hubiera continuado en el gobierno de 1997 a 2002, el beneficiado mayor hubiera sido el pueblo boliviano, pues la inversión social generada con la capitalización hubiera tenido continuidad, se habría podido desarrollar seriamente el tema de la exportación de gas, desarrollo humano y desarrollo sostenible para achicar las desigualdades (que cuando un país no tiene estabilidad no es que sean más, sino que se hacen más notorias y se convierten en un tema político central). Incluso luego de salir segundos en la elección de 1997 que ganó Hugo Bánzer, intentamos formar parte del gobierno de Bánzer, pero él no aceptó las condiciones programáticas mínimas que he descrito y, en su animosidad contra Sánchez de Lozada, pidió como condición para aceptar que se excluyera al Jefe del MNR de un eventual acuerdo.

Perdido el gobierno, las medidas de la tercera etapa de la Revolución Nacional fueron administradas de 1997 a 2002 al margen de criterios de política de Estado. Eran medidas inconclusas y en desarrollo y las deformaron, mutilaron, paralizaron y/o tergiversaron antes de que sean plenamente logradas. En unos casos se las frenó y distorsionó, como el caso de la capitalización social. En otros casos se las modificó o cambió de nombre, como el caso del Bonosol.  La reforma educativa y la participación popular fueron inadecuadamente continuadas. Y así en cada caso.

Nuestra acción de oposición desde el Parlamento pudo evitar algunos daños extremos, pero no pudo contribuir a que se avanzara positivamente.

Respondiendo la segunda parte de esta pregunta, hay que explicar que lo que sucedió de 1952 a 1982 (de la Revolución Nacional a la recuperación de la democracia en Bolivia) y luego hasta fines del siglo XX, como muestra el Censo del año 2001, es que Bolivia se transformó de ser un país  dos terceras partes rural a un país con más de 62% urbano, y similar proceso debió seguir el MNR.

El país se convirtió de rural en urbano, de mayoritariamente campesino en citadino, y el MNR hizo lo propio, aunque con mermas en apoyo de sectores que se sentían eventualmente afectados por medidas de nuestros gobiernos. Por ejemplo, perdimos apoyo minero sindical con la relocalización de 1985 sin la que el país no hubiera salido de la crisis económica, pero ganamos apoyo cooperativista; perdimos apoyo en zonas rurales de La Paz y crecimos en zonas rurales del Oriente. Sin embargo, si se revisan los resultados electorales, el MNR siempre mantuvo gran apoyo en las zonas rurales y por eso tuvimos el primer Vicepresidente indígena (indígena verdadero, no disfrazado) y una bancada parlamentaria con una importante presencia campesina, funcional y sectorial. El grave deterioro, no sólo para el MNR sino para todos los partidos, vino con y luego del derrocamiento del Presidente Sánchez de Lozada.

Lo que sucedió el 17 de Octubre de 2003 fue el derrocamiento del Presidente Constitucional Gonzalo Sánchez de Lozada y del gobierno del MNR-MIR-NFR y UCS. Fue la ruptura de la democracia como consecuencia de un proceso deliberadamente preparado y públicamente anunciado. Conspiración, sedición, traición, violencia deliberada, intervención externa, un gobierno débil, una coalición no articulada y un presidente extremadamente confiado en su legitimidad. Todo eso terminó no sólo con el gobierno sino con la democracia en Bolivia.

Llamar revuelta popular y desalojo del Palacio Quemado a los hechos del 2003 es una simplificación nacida del discurso oficial de los golpistas, que ahora están en el gobierno, que han destrozado la democracia y el Estado Nacional y están en proceso de liquidar la Nación Boliviana. 

No debemos olvidar mínimamente:
1.-Que Evo Morales convocó públicamente a “derrocar a Sánchez de Lozada” el 6 de agosto de 2002 cuando éste último juraba como Presidente de Bolivia en el Congreso Nacional.  

2.-Que en febrero de 2003 hubo un intento de asesinato y golpe de Estado contra el Presidente Sánchez de Lozada.  

3.-Que, luego de derrocar al Presidente Sánchez de Lozada, lo primero que los “subversivos y traidores victoriosos” buscaron fue el amparo de una “amnistía” firmada por Mesa, y que amnistía quiere decir “perdón de delitos”, y que no se perdona a los inocentes sino a quienes, firmando y beneficiándose de tal amnistía, han confesado públicamente sus crímenes.  

4.-Que es Evo Morales el acusador en el denominado juicio de responsabilidades contra el Presidente Sánchez de Lozada, su equipo de gobierno y el Alto Mando Militar, y es el régimen de Morales el que impide el esclarecimiento de estos hechos, porque Morales, los co-autores y sus cómplices deberían estar como acusados y no como acusadores o testigos.  

5.-Que el gobierno actual impide esclarecer –entre otras cosas- el complot, la planificación subversiva, la presencia extranjera, los crímenes deliberados, el inicio de la violencia armada y el financiamiento del proceso desestabilizador y golpista.  

6.-Que los partidos y dirigentes políticos, después del 17 de octubre de 2003, creyeron que cargando todos los males y responsabilidades a Sánchez de Lozada, al gabinete de Ministros y al Alto Mando Militar, ellos estaban a salvo, pero hoy ya han sido atrapados por la máquina represiva del gobierno de Morales y están enjuiciados, presos, perseguidos, exiliados o haciéndole el juego al gobierno para mantenerse en libertad y/o preservar sus negocios y patrimonio.  

7.-Que lo que vive Bolivia desde el derrocamiento del 17 de octubre de 2003 ha sido un permanente y creciente proceso de coacción, amedrentamiento, persecución, enjuiciamientos, masacres, asesinatos, crímenes políticos encubiertos, violaciones a los derechos humanos, a las libertades individuales y de prensa, que han convertido al país en un Estado no democrático e intervenido.

2. GL: Algunos analistas indican que el nacionalismo revolucionario (NR) es una ideología con dos puertas: a la derecha y a la izquierda de las ideas políticas. El MNR ha transitado por ambas. Ha liderado la Revolución del 52 y ha participado de golpes de Estado, alguno de ellos contra un militar de izquierda (Torres, 1971). Este comportamiento pragmático ha dado lugar a una variedad sin límite de militantes. ¿No ha sido contraproducente la indefinición? ¿A quién representa ahora el MNR?

CSB: El nacionalismo revolucionario del MNR es una ideología que inicia la derrota y la desfiguración del concepto clásico de derechas e izquierdas, ya que frente a la “lucha de clases” del marxismo -a la que hacía juego la oligarquíael MNR plantea la “ALIANZA DE CLASES”. Frente a la confrontación, la Unidad del pueblo boliviano para lograr su liberación. Ante la necesidad de liberación, el dogma de derechas e izquierdas resulta una posición discursiva, una anécdota histórica para el MNR. Ahora, en el siglo XXI, la categoría de derechas e izquierdas ya no sirve, está superada y necesita cuanto menos urgente redefinición, pues, por ejemplo, si vemos que algunas de las democracias más sólidas de Sur América son Chile, Brasil y Uruguay, y han logrado gran desarrollo económico con gobiernos denominados de “izquierda” impulsando el libre mercado, la inversión externa, las libertades individuales, económicas y la institucionalidad, con un modelo económico que se denominaría “neo liberal”, estamos hablando ya de otro concepto de izquierda, o mejor dicho, ya no podemos hablar de izquierda. 

El gobernar y tomar decisiones, de acuerdo a la realidad nacional y mundial, fue calificado como el “pragmatismo” de Paz Estenssoro o del MNR, pero en verdad es el realismo histórico, fundado en lo que el Jefe Vitalicio de mi partido denominaba “la realidad objetiva”, en busca del cumplimiento de la meta que no ha cambiado, que –reitero- fue y sigue siendo “LA LIBERACION DEL PUEBLO BOLIVIANO Y LA CONSTRUCCION DEL ESTADO NACIONAL EN BASE A LA NACIÓN BOLIVIANA”.  

El MNR representa a un pueblo boliviano oprimido y sometido, a un pueblo al que la agenda política transnacional de Morales lo ha llevado -y lo quiere seguir llevando- a ser un pueblo confrontado y dividido.  El MNR debe representar hoy la necesidad de unidad nacional frente a la política de división y confrontación racial, étnica, social, regional, gremial, generacional y de todo tipo que impone Morales para debilitar el espíritu nacional boliviano. El MNR  está en cada ciudadano libre que quiere cambio pero con respeto y con orden. El MNR representa como siempre el ideal de Patria y de libertad y la propuesta es la unidad para que el pueblo boliviano lo recuerde y podamos recuperar la libertad y la democracia en Bolivia. El MNR es la fortaleza de un proceso revolucionario que está interrumpido, infamado y deformado, pero que vive en el corazón de las bolivianas y bolivianos que quieren un futuro de libertad, progreso y seguridad para sus hijos. Hay un nuevo tiempo y un nuevo desafío en el difícil camino de la liberación del pueblo boliviano.



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