viernes, 11 de noviembre de 2016

Evo Morales y el Socialismo del Siglo XXI - Carlos Sánchez Berzaín

EVOMORALES Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI


10. GL: La población boliviana en general empieza a especular sobre la posible candidatura del presidente Morales el año 2014. Aunque aún falta mucho tiempo, ya es posible advertir que el eje de la discusión está en la confrontación de dos conceptos: legalidad versus legitimidad. El movimiento popular boliviano (indígenas, proletarios, mineros, cocaleros), mientras tanto, se preocupa porque todo el “proceso de cambio” descansa en las espaldas de su líder. ¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Qué crees que sucederá?


CSB:  Morales y su gobierno no son un proyecto político boliviano. Son parte del socialismo del siglo XXI llamado también proyecto bolivariano o grupo del Alba (Alianza Bolivariana para las Américas) nacido de la unión entre Caracas y La Habana, que recreó, a principios de este siglo, el foquismo castrista de la década de los sesenta y lo convirtió en foquismo electoral, reemplazando la lucha armada eventualmente por el manejo de elecciones. Como resultado de la alianza entre Caracas y La Habana, Castro tuvo ingresos de dinero y petróleo que lo salvaron de la agonía económica que sufría a fines de los noventa y Hugo Chávez obtuvo seguridad, el proyecto político y la experiencia (know how), de la dictadura más antigua y duradera del hemisferio para permanecer en el poder.

Los demócratas latinoamericanos tardamos mucho en percibir este proyecto transnacional, neo- imperialista y autoritario.  Hoy, aún muchos políticos, sindicalistas, empresarios, académicos y ciudadanos no ven la verdadera naturaleza de un poder político regional que controla dictatorialmente  Cuba y que, destrozando las democracias, está llevando en ese camino a Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua; que intentó, y sigue intentando, tomar Honduras.

El socialismo del siglo XXI tiene gran influencia –vía acuerdos políticos de provisión de petróleo venezolano- en otros paises como los que conforman Petrocaribe, lo que les ha dado mayoría de votos a nivel regional y les permite un manejo político casi discrecional de la Organización de Estados Americanos (OEA) entre otros organismos.

Una característica esencial de esta franquicia política del siglo XXI es que viene disfrazada de democracia, con mucho dinero para la acción y moviliazación políticas, con presentación populista y discurso de pretender terminar con la exclusión, la pobreza, el racismo, o cualquier otro elemento que se aplique a la realidad del país donde operan.  Su discurso fundamental (anti capitalista, anti imperialista y anti norteamericano) se disfraza de democracia hasta que toman el poder. Sus slogans y símbolos siguen siendo castristas: ¡Patria o muerte…venceremos!; ¡Hasta la victoria siempre!; su símbolo es el Che Guevara, su centro de peregrinación La Habana; no tienen adversarios políticos, señalan enemigos. Se pesentan con banderas contra la pobreza y lo que hacen es aumentarla.

Sus políticas estatistas y centralistas sólo buscan la concentración total del poder y la permanencia indefinida en el mismo, a través de reformas constitucionales, bajo un modelo contratado a pseudo académicos de una universidad española que han diseñado las Constituciones de Venezuela, Bolivia y Ecuador y con las que han articulado hasta un doctorado de Derecho Constitucional en La Habana. 

Entre los medios de acción que usan se encuentran: la campaña de desprestigio del sistema de partidos políticos buscando su eliminación, la creación o aprovechamiento de crisis, y la exacerbación de tensiones y confrontaciónes internas o externas, como Morales ha hecho en Bolivia siguiendo al pie de la letra esta agenda.

En el camino al poder trabajan por el desprestigio de la democracia, las instituciones y los líderes sociales, empresariales, políticos y regionales. Obtenido el poder, desatan la persecución de políticos, periodistas, empresarios, dirigentes sindicales, líderes cívicos y de toda persona que disienta o tenga proyección. El objeto es amedrentar a la ciudadanía con el terror y mandar la señal al ciudadano común de que estará bien si no se mete con el gobierno o no entra en política; nada es posible contra el presidente –cocalero en el caso de Bolivia- que está concentrando todo el poder y dando los últimos toques a un sistema de partido único. Con discursos nacionalizadores se apoderan de empresas, medios de comunicación y recursos, con el fin de cortar libertades económicas, de expresión y financiamiento a iniciativas democráticas; los instrumentos utilizados incluyen, entre otros, la politización de la justicia para perseguir y anular a los opositores creando delitos y procesos en manos de una justicia propia y/o servil, ciminalizando la actividad política e incluso la de la prensa libre.

Estos países, controlados por el proyecto venezolano-cubano, mantienen presos políticos, perseguidos y exiliados. Confiscan y realizan agresiones contra medios de comunicación y atentan contra la libertad de prensa; violan sistemáticamente los derechos humanos y desconocen el derecho de propiedad en nombre de una revolución que pretenden sea permanente pese a su fracaso humano, económico, social y político.

El proceso incluye una nueva categoría de ricos, miembros del poder político y los amigos del poder, con recursos venezolanos, de la corrupción y de otros delitos que se realizan con auspicio de ese poder. Están formando su propia burguesía (boliburguesía en Venezuela) y se ponen en evidencia por la pobreza del país y la ostentación de los nuevos bienes y lujos de que disfrutan los actores, sus familias, amigos y allegados.   Están creando mayor desigualdad, ya que los auto denominados revolucionarios del siglo XXI acceden a recursos inalcanzables para los ciudadanos comunes. 

Incremento de la corrupción, crisis económica, menos empleo, costo de vida más caro y niveles alarmantes de inseguridad. El narcotráfico termina por enseñorearse convirtiendo -en diverso grado- a los Estados en cuasi fallidos. Estos países han retrocedido -gracias a este proceso- entre 30 y 40 años en sus avances democráticos, sociales, institucionales y económicos.  Lamentablemente, el país cocalero de Morales es uno de estos Estados que, aplicando la misma receta, están obteniendo incluso más rápidos resultados de desastre.

En Bolivia han logrado aprobar ilegal y violentamente la constitución de Evo Morales y él podrá intentar reelegirse las veces que quiera, porque puede reformar el texto constitucional con una ley ordinaria a través de un Poder legislativo que le pertenece y a cuyos miembros ha quitado incluso la inmunidad de gestión parlamentaria. No existe posibilidad de ningún control de constitucionalidad porque se ha apoderado también del Poder Judicial, incluyendo el Tribunal Constitucional.  Además ha aprobado sus leyes represivas para todo, empezando por los políticos, pasando por los periodistas y terminando en los dirigentes sindicales que creyeron que lo llevaban al poder.



Morales ha creado su propia legalidad que no es legítima ni es lícita, pues nace de la violación sistemática y reiterada de la Constitución Política del Estado Boliviano y de su suplantación. Ha quebrado toda la institucionalidad democrática de Bolivia y la ha reemplazado con leyes espúreas para ejercer el poder total. La constitución de Morales es constitucionalmente NULA y la recuperación de la democracia en Bolivia pasa por dejarla sin efecto, por terminar con esta seudo legalidad (que han disfrazado de Estado Plurinacional y otras falacias), por revertir la quiebra institucional y  extinguir la formalización (no institucionalización) de mecanismos para violar la libertad y los derechos fundamentales.

El problema que tiene Morales para reelegirse no es legal, ni siquiera de votos, porque también controla el sistema electoral y de registro ciudadano y puede hacer el fraude que quiera. Su problema son los resultados de su gobierno, la crisis económica a la que ha llevado al país -y que será cada vez más grave-; la crisis de seguridad ciudadana vinculada al crecimiento del narcotráfico de cuyos promotores, interesados y responsables es parte, protector y lider nacional; la crisis de expectativas no cumplidas y el propio laberinto que ha creado; los precios, la pobreza y la desigualdad que, en lugar de disminuir, están aumentando. Morales sabe esto y lo sabe tanto que ahora está jugando la carta de la reivindicación marítima para tratar de recuperar apoyo popular.

El desprestigio de Morales en el ámbito internacional es creciente porque el mundo ha empezado a ver quién es y qué hace. Guardando diferencias, “Morales pudo ser Mandela y prefirió ser Mugabe”.  Pudo haber sido un lider nacional y prefirió destruir la Nación y ser un tirano.






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